Sumisión, entrega, iniciación.
Os quiero hablar del placer que me produce el hecho de concertar una sesión con un sumiso entregado, no hablo de experiencia, hablo de entrega. Es extraño pero los que quieren iniciarse son más entregados que los que ya tienen un camino hecho en este mundo bdsm.
Este tipo de sesiones son las que me causan verdadera satisfacción y me enseñan, me dejan descubrir, me hacen disfrutar de mi condición y me hacen dar cuenta de que nunca se tiene todo aprendido. El día que diga lo sé todo dejaré este mundo y me dedicaré a hacer punto de cruz, seguro que será más emocionante. Es difícil, por no decir imposible, que en la primera sesión se establezca la complicidad necesaria para que se disfrute totalmente de una relación D/s, tanto por mi parte como por parte del sumiso.
En ocasiones, bastantes, por suerte, esa conexión empieza con la primera llamada. Al otro lado del teléfono una voz insegura (cuando buscan iniciarse), siempre masculina para variar, intenta conocer detalles de la sesión, lugar, tiempo, prácticas… preguntan y preguntan, pero yo siempre les digo que no sé cómo será esa sesión, que les tengo que tener delante, hablarles, mirarles a los ojos, estudiarles y a partir de ahí puedo saber, no antes.
Cuando les tengo delante intento tranquilizarles, decirles que soy persona ante todo y que respeto la entrega y por ende al sumiso. Esa es mi base y esa es la seguridad que ofrezco. Una vez en la sala, una vez establecidos los límites se sienten tranquilos y entonces, oigo mi frase favorita, “haga lo que quiera conmigo Domina Ishtar…” ¡Vaya! No me diréis que no es una satisfacción pero a la vez una gran responsabilidad, lo cual requiere mis mayores esfuerzos. Ellos se entregan totalmente pero yo también debo darlo todo y eso hago.
Quiero que amen el bdsm tanto como yo, quiero que puedan salir de esta sala sintiéndose con ganas de más y mejor y que no renuncien a seguir descubriéndose a seguir disfrutando y a sentirse orgullosos de haberme satisfecho, de haberme encontrado como unión entre dos mundos paralelos. Es justo que me desnude, es justo darles las gracias porque ellos son mi debilidad y el mayor de mis placeres…
También obtengo gratísimas experiencias con algunos, pocos, pero algunos, sumisos experimentados, en otra ocasión hablaré de ellos porque sin duda me llenan y por tanto merecen reconocimiento y gratitud por mi parte.